Luego de ver los últimos acontecimientos relacionados con el caso"Figueroa Agosto, Sobeida Féliz una pregunta llega a mi mente:¿es la pobreza que impulsa a estas dominicanas y a estos dominicanos a involucrarse en negocios ilícitos? o es la ambición desmedida el motor que los empuja?.En una sociedad como la nuestra donde se valora a las personas por la ropa que lucen o por el carro que conducen y no por su escala de valores y sus aportes a su familia y en consecuencia a su sociedad es fácil confundirse, pero luego de unos minutos de reflexión la respuesta es clara: la ambición, el afán de lucro y el deseo de ser valorados y valoradas en una sociedad cada vez más superficial constituyen las principales causas de que los dominicanos las dominicanas quieran vivir en condiciones de riqueza y confort sin importar el precio a pagar por ello.
Si fuese la pobreza la causa principal de esta conducta sus familiares ostentarían otro nivel de vida, empero el padre de Sobeida de acuerdo con las imágenes presentada por los noticieros de televisión vive en condiciones normales como cualquier campesino común y corriente de nuestro páís, lo mismo sucedió con el fenecido Florián Féliz que en su sepelio se pudo apreciar las condiciones modesta en la que vive su familia en la provincia de Barahona. Traigo esto a colación porque cuando un(a) dominicno(a) decide correr cualquier riesgo impulsado por la pobreza y logra cambiar de status económico lo primero que hace es mejorar las condiciones de vida de sus familiares más cercanos. Al parecer estas no fueron las intenciones de los mencionados
En fin podemos creer que es nuestra sociedad con si inversión de valores, la falsa aceptación de aquellas personas que con su imagen venden bienestar a sus conciudadanos, la motivación a un consumismo desproporcionado, en síntesis ser aceptado, admirado y valorado por lo que aparentamos ser y no por lo que somos es lo que despierta la ambición de muchos(as) de nuestro hermanos(as) y ésta los empuja a hacer cualquier negocio lícito o no para alcanzar el estilo de vida deseado, trayendo como consecuencia hechos tan bochornosos como los que estamos presenciado y el mal ejemplo para nuestros hijos en formación.
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